Con el ascenso democrático de Chávez a la presidencia, en 1999, Venezuela vio nacer una nueva era en su política y sus relaciones internacionales. Chávez, que alguna vez participó en un fallido golpe de Estado, fue un entusiasta exparacaidista famoso por sus largos discursos sobre temas tan variados como las maldades del capitalismo o la forma correcta de ahorrar agua durante la ducha. Fue el primero de una oleada de presidentes de izquierda que llegaron al poder en América Latina en la última década.
Como uno de los adversarios de Estados Unidos más elocuentes de la región, ha persuadido a otros líderes a asumir una postura semejante. Chávez inició un ambicioso plan para reconstruir Venezuela, uno de los principales países productores de petróleo,y transformarlo en un Estado socialista a través de la llamada Revolución Bolivariana, que tomó su nombre del ídolo de Chávez, Simón Bolívar, quien logró la independencia de muchos países sudamericanos a principios del siglo XIX.
“Después de muchas lecturas, debates, discusiones, viajes alrededor del mundo, etc., estoy convencido — y creo que lo estaré por el resto de mi vida— de que el capitalismo no es el camino a un mundo mejor y posible, el camino es el socialismo”, dijo en 2005en su programa semanal de televisión.
Chávez reencauzó gran parte de la riqueza producida por el petróleo del país, que creció de forma impresionante durante su mandato, hacia amplios programas sociales dirigidos a los pobres del país. Extendió la cartera del monopolio petrolero del Estado para que incluyera el financiamiento de “misiones” sociales de millones de dólares. Eso ayudó a pagar los programas con los que se buscaba erradicar el analfabetismo, hacer accesibles los bienes de consumo básico y garantizar el acceso a la educación superior, entre otras
cosas.
Sin embargo, Chávez también dejó un legado de represión en contra de los políticos y los medios privados que se opusieron a él. Concentró el poder en la rama ejecutiva, con lo que las instituciones anteriormente independientes, como el poder judicial, las autoridades electorales y el ejército, se volvieron leales al partido.
A través de decretos y un poder judicial inclinado a favor del presidente, muchos opositores políticos quedaron excluidos de las elecciones en contra del partido gobernante. Hasta los antiguos aliados, como el exministro de Defensa de Chávez, el general Raúl Baduel, se enfrentaron a acusaciones que los críticos llamaron cargos de corrupción fabricados.
El gobierno de Chávez también dirigió sus ataques contra las estaciones de la oposición al aprobar leyes y decretos en los que se sacó del aire al menos a una importante transmisora y a decenas de estaciones menores de radio y televisión.
Los opositores también criticaron sus programas sociales, afirmaban que eran insostenibles a largo plazo y que tendrían consecuencias imprevistas. El control de precios, por ejemplo, elevó la inflación, mientras que las expropiaciones de terrenos agrícolas disminuyeron la producción.
En sus largos y desenfadados discursos, Chávez reservó sus críticas más mordaces para Estados Unidos “imperialistas” y sus aliados “coloniales” en la región. Acusó a Estados Unidos de tratar de orquestar su derrocamiento y dijo ante la Asamblea General de la ONU que el presidente estadounidense, George W. Bush, era el diablo.
En casa, los empresarios lo acusaron de ahuyentar a los inversionistas al abusar de su poder de expropiación. Venezuela luchó para que su economía creciera durante este periodo, aún cuando en el país abundaba el dinero procedente del petróleo, que entonces costaba cerca de 17 dólares por barril. Cuando Chávez asumió la presidencia, el precio del crudo aumentó a más de 100 dólares por barril.
Además de los programas sociales locales, el gobierno de Chávez inyectó dinero a sus intereses en política exterior. Invirtió millones de dólares, en petróleo y efectivo, en países ideológicamente similares.
Chávez consideraba al exlíder cubano Fidel Castro como su mentor, y alineó a su país con Irán y otras naciones que se oponen a Estados Unidos. Cuba pierde a Chávez, el benefactor, cuya provisión de crudo a precios por debajo del mercado podría estar en riesgo bajo un nuevo gobierno. Aunque Chávez admiraba a Castro, halló la mayor inspiración en Bolívar y hasta cambió el nombre del país por el de República Bolivariana de Venezuela.
Hombre afable y a veces rimbombante, Chávez tenía un carisma que ni sus críticos podían negar. Algunos decían que parecía un bufón, pero que hablaba como un venezolano ordinario, no como burócrata, a lo que los electores reaccionaron favorablemente.
Otros líderes de izquierda elegidos después de él, como Evo Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador y Daniel Ortega de Nicaragua, siguieron el ejemplo de Chávez en distintos grados.
Chávez también podía ser reservado. Tardó en reconocer públicamente que tenía cáncer y nunca dijo que tipo que padecía. El gobierno mantuvo un fuerte hermetismo acerca de los detalles del tratamiento y la salud menguante del presidente. El presidente Venezolano deja un país agudamente polarizado, sin un sucesor claro para su partido y una oposición sin probar.
Chávez nació en el estado de Barinas, al suroeste de Venezuela, el 28 de julio de 1954; fue el tercero de siete hijos, sus padres eran educadores. Cuando era niño, era monaguillo y desarrolló un gran amor por el béisbol. Recientemente, cuando surgieron las dudas acerca de su salud, el astuto Chávez buscó tranquilizar a la opinión pública al jugar a la pelota con su ministro de Relaciones Exteriores, evento que fue transmitido por la televisión estatal.
Cuando era joven, se enlistó en la Academia Militar de Venezuela y alcanzó el rango de subteniente en 1975. Se unió al cuerpo de paracaidistas del ejército y fue ascendiendo hasta convertirse en teniente coronel.
Dio sus primeros pasos en la política cuando fundó el Movimiento Revolucionario Bolivariano, o MBR-200, en 1982. Una década después, el 4 de febrero de 1992, lideró una fallida rebelión militar contra el entonces presidente, Carlos Andrés Pérez. También hizo su primera aparición pública frente a las cámaras de televisión.
“Compatriotas, lamentablemente los objetivos que nos propusimos no fueron logrados en la ciudad capital por ahora”, dijo. “Es decir, nosotros aquí en Caracas no tuvimos éxito en hacernos con el poder. Ustedes hicieron un buen trabajo allá afuera, pero ahora es tiempo de evitar mayor derramamiento de sangre. Ahora es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones”.
Chávez cumplió una condena de dos años en prisión antes de que el entonces presidente, Rafael Caldera, le concediera el perdón. Chávez formó un nuevo partido político, el Quinto Movimiento Republicano, que lo llevó a la victoria en la elección presidencial de 1998. En sus ardientes discursos de campaña responsabilizó a los partidos tradicionales por la corrupción y la pobreza. Chávez se casó dos veces y se divorció dos veces. Tuvo tres hijos con su primera esposa, Nancy Colmenares: Rosa Virginia, María Gabriela y Hugo Rafael.
Años después, se casó con Marisabel Rodríguez, con quien tuvo una cuarta hija, llamada Rosa Inés. Se divorció en 2003; desde entonces Venezuela no ha tenido primera dama.
Al asumir el cargo, una de las primeras tareas de Chávez fue reescribir la Constitución.
En julio de 2000, se ratificó la nueva Constitución a través de un referéndum. El gobierno imprimió la Carta Magna en forma de un librito azul al que Chávez recurría regularmente como un apoyo durante los discursos.
En los años siguientes, el carismático Chávez obtuvo una serie de victorias electorales que lo hicieron parecer casi invencible. Fue reelecto en 2000, sobrevivió a una elección de ratificación en 2004 y obtuvo otro mandato de seis años en 2006. Chávez aseguró otra victoria en la reelección de octubre, la que describió como "una batalla perfecta y totalmente democrática". Se comprometió a "ser un mejor presidente cada día".
Un momento crucial para Chávez llegó en abril de 2002, cuando un golpe de Estado lo alejó brevemente de su cargo. Sin embargo, el gobierno interino no pudo consolidar el poder, y en 48 horas, con la ayuda del ejército, Chávez regresó al poder.
A pesar de su corta duración, el golpe tuvo un efecto profundo en Chávez, quien después de eso, dio un giro acelerado hacia el autoritarismo y la izquierda. Human Rights Watch escribió en 2010 que el golpe de Estado le proporcionó un pretexto para implementar políticas que socavan los derechos humanos.
“La discriminación con fundamentos políticos ha sido un rasgo característico de la presidencia de Chávez”, concluyó el reporte. “A veces, el propio presidente ha respaldado abiertamente los actos de discriminación. En términos más generales, ha animado a sus subordinados a discriminar al denunciar rutinariamente a sus críticos como conspiradores antidemocráticos y golpistas, sin tener en cuenta si tuvieron o no alguna conexión con el golpe de 2002”, señaló el reporte.
La consolidación del poder en la presidencia, en detrimento de la separación de poderes, se convirtió en tema de las políticas de Chávez.
Otro de los desafíos al gobierno de Chávez llegó tras el golpe. Entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, una desoladora huelga general presionó al presidente. La economía recibió un golpe, pero Chávez resistió más que los huelguistas.
Al año siguiente, en 2004, la oposición reunió suficientes firmas para celebrar un referéndum revocatorio contra Chávez, pero de nuevo, el presidente sobrevivió.
La hostilidad de Chávez hacia Estados Unidos por haber aprobado tácitamente el golpe también creció.
En uno de sus insultos más memorables, Chávez habló de Bush ante la Asamblea General de la ONU en el 2006: “El diablo estuvo ayer aquí. Y hoy todavía huele a azufre”.
En 2007, Chávez probó la derrota por primera vez en un referéndum sobre la aprobación de las reformas constitucionales con las que se profundizarían sus políticas socialistas. No obstante, gracias a una Asamblea Nacional favorable, Chávez consiguió algunos de sus objetivos, incluida la reelección indefinida.
Ese mismo año, Chávez creó un nuevo partido político, el Partido Socialista Unido de Venezuela, con lo que fusionó su partido con otras agrupaciones de izquierda. Sus detractores lo acusaron de ser autoritario, populista y hasta dictador por haber forzado la aprobación de una reforma constitucional con la que se permitió la reelección indefinida.
Chávez recurrió con cada vez más frecuencia a la legislación para reprimir a las televisoras y otros medios de comunicación. Su gobierno persiguió implacablemente a la emisora de oposición, Globovisión, a la que acusó de una serie de violaciones, desde evasión de impuestos hasta ignorar una ley de responsabilidad de los medios de comunicación.
La emisora es la única cadena de televisión que sigue una línea en contra de Chávez, ya que el presidente se negó a renovar el permiso de otra estación de oposición, RCTV, por supuestas violaciones a las regulaciones sobre telecomunicaciones. La estación tuvo que dejar las transmisiones públicas y transmitir únicamente por cable.
En el extranjero, Chávez también fue conocido por sus coloridas, aunque a veces extrañas, declaraciones. El año pasado, después de que a varios líderes latinoamericanos se les diagnosticara cáncer, incluido a él, se preguntó si Estados Unidos podría tener algo que ver. “¿Sería extraño que (Estados Unidos) hubiera desarrollado una tecnología para inducir el cáncer y que nadie lo supiera?”, preguntó.
Durante una escasez de agua que sufrió Venezuela en 2009, salió al aire para animar a los venezolanos a tomar duchas que duraran sólo tres minutos. En una cumbre celebrada en 2007, sus repetidas interrupciones orillaron al rey Juan Carlos de España a decirle: “¿Por qué no te callas?”
Chávez creía que los días del "consenso de Washington", un modelo de reformas económicas para los países en desarrollo favorecido por Estados Unidos, habían terminado.
Junto con Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y algunos países caribeños, Chávez formó la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), un grupo destinado a ofrecer una alternativa a la influencia de Estados Unidos en la región.
Como presidente, Chávez dejó claras sus ambiciones de ser un líder regional e internacional y dejó, a su manera, cambios que despertaron pasiones y sentimientos a favor y en contra; de todo, menos indiferencia.
Mariano Castillo, de CNN, reportó desde Atlanta y la periodista Osmary Hernández, desde Caracas. Catherine Soichet, de CNN, colaboró con este reportaje.