lunes, 3 de febrero de 2014

DPA: los Juegos de Sochi, los Juegos de Putin

 Desde que en 1989 cayera el muro de Berlín y dos años después despareciera la Unión Soviética, Rusia no había gozado hasta hoy de ningún evento del calibre de los inminentes Juegos Olímpicos de Sochi para mostrarse orgullosa de su nueva cara.
Vladimir Putin, la persona más poderosa del mundo según la revista “Forbes”, es el presidente del país más grande del planeta y el gran artífice de Sochi 2014. La cita se ve como un logro personal del hombre que convenció al COI y que lideró la transformación de Rusia.
“Estos Juegos son muy, muy personales para Vladimir Putin. ¿Hubo algunos Juegos de Invierno en la historia tan identificados o relacionados con un líder nacional como estos Juegos y el señor Putin?”, se preguntó recientemente en una conferencia en Washington el director del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) para el programa de Rusia y Eurasia, Andrew Kuchins.
“Es muy inusual. Probablemente tengas que volver a los Juegos de verano de Berlín 1936, los Juegos de Hitler, para tener unos Juegos igual de politizados. No es una comparación entre Valdimir Putin y Adolf Hitler, ni de la Rusia actual con la Alemania nazi, simplemente es un comentario para entener la naturaleza de los Juegos”, añadió el experto.
“Es muy inusual. Probablemente tengas que volver a los Juegos de verano de Berlín 1936, los Juegos de Hitler, para tener unos Juegos igual de politizados”.
Sochi 2014 arrancará el viernes con una ceremonia inaugural que se espera sea una muestra de los logros de la nueva Rusia liderada por Putin, de 61 años.
Cinturón negro de judo y un amante de los deportes, el presidente ruso y ex primer ministro del mismo país se enfrentó a numerosas críticas durante los preparativos: supuesta mano de obra esclava, una inversión de más de 50.000 millones -los más caros de la historia-, una ley que castiga la “propaganda homosexual”…
Sin embargo, en los últimos meses comenzó una amnistía política que muchos vieron como un intento de mejorar su reputación de cara a los Juegos. Rusia liberó a dos miembros de la banda de punk Pussy Riot y a 30 activistas de Greenpeace y Putin firmó el indulto del empresario Mijail Jodorkovski, encarcelado durante una década.
Sin Putin, es difícil de imaginar que Sochi, una ciudad apenas conocida fuera de Rusia, ganara en la votación realizada en Guatemala en 2007 por encima de Salzburgo y Pyeongchang.
Joan Coates, presidente del Comité Olímpico Australiano y vicepresidente del COI, votó a Sochi sin haber visitado la ciudad, algo que tampoco hizo en los siguientes siete años. “Nunca he estado ahí”, señaló recientemente al grupo de comunicación australiano Fairfax Media antes de viajar a Sochi.
Putin logró hacer de Rusia en los últimos años uno de los centros del deporte mundial. Casi no hubo postulaciones a grandes eventos deportivos en las que el ex miembro de los servicios secretos de Rusia no haya tenido éxito. Los Mundiales de natación (en 2015 en Kazán), de hockey sobre hielo (en 2016 en Moscú y San Petersburgo) y de fútbol (2018), o el Gran Premio de Fórmula 1 de Sochi en 2014 son algunas de las citas que tendrán lugar en el país más grande del mundo en el próximo lustro.
Además, San Petersburgo, la ciudad natal de Putin, está evaluando una postulación para los Juegos Olímpicos de verano de 2024.
Putin, que tiene un doctorado de honor en judo en una universidad de Corea del Sur y que es presidente de honor de la Federación Internacional de ese deporte, eligió personalmente a Sochi como el lugar para albergar los Juegos.
Según dijo durante un reportaje emitido el domingo por la televisión estatal “Rossiya”, hace más de diez años se encontraba recorriendo la región con un todoterreno cuando decidió empezar la construcción de una nueva Rusia por ahí. “Es especialmente lindo ver lo que pasa aquí, porque yo elegí personalmente el lugar”, dijo Putin.
Y algo está claro a cuatro días de que arranque la cita. Si los Juegos son un éxito, serán también un éxito para Putin, pero si fracasan, gran parte de la culpa recaerá sobre los hombros del poderoso presidente ruso.

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