La bloguera adolescente paquistaní Malala Yousufzai, de 15 años, simplemente buscó recibir educación. Su abierta crítica a los talibanes se convirtió en un símbolo de resistencia contra los militantes, empoderando a las mujeres jóvenes de todo el mundo.
Una historia trágica, pero victoriosa. Sin temor a luchar en contra de uno de los grupos terroristas más temidos del mundo. Una persona sabia, a pesar de ser solo una niña.
Durante años, la joven activista ha estado en desacuerdo con los talibanes acerca de su cruzada educativa. Abiertamente ha desafiado las enseñanzas del grupo en la educación de las niñas y ha alentado a sus iguales a hacer lo mismo.
Durante años, la joven activista ha estado en desacuerdo con los talibanes acerca de su cruzada educativa. Abiertamente ha desafiado las enseñanzas del grupo en la educación de las niñas y ha alentado a sus iguales a hacer lo mismo.
En octubre, en un intento por silenciarla, militantes irrumpieron en el transporte escolar en el que viajaba, gritaron su nombre y le asestaron un balazo en la cabeza.
Pero el ataque solo hizo más grande su voz y logró que Malala consiguiera un mundo de seguidores.
Los lectores de CNN.com la eligieron como la segunda persona más interesante del 2012, días después de que fuera preseleccionada para la Persona del Año de la revista Time. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, encabezó ambas listas.
Las amenazas constantes
El reconocimiento mundial para Malala ha llegado a costa de un precio.
Aunque la mayoría de las chicas de su edad disfrutan de su adolescencia, ella está sometiéndose a un agotador tratamiento en Gran Bretaña, después del tiroteo.
Vive bajo constantes amenazas por ir a la escuela en la conservadora región del Valle de Swat, en el noroeste de Pakistán, donde las mujeres son reprimidas por la estricta interpretación del islam que hacen los talibanes.
A pesar de los peligros, Malala blogueó valientemente acerca de su sueño de aprender sin miedo. Ella utilizó entrevistas de televisión, documentales y manifestaciones callejeras para desafiar la mano dura contra las mujeres.
Acusó a los talibanes de aprovecharse de la ignorancia.
“¿En qué parte del Corán dice que las niñas no deben recibir educación?”, cuestionó Malala el año pasado. "Tengo derecho a jugar. Tengo derecho a cantar. Tengo derecho a ir al mercado. Tengo el derecho a emitir una opinión".
Su papel como activista causó el ataque a la camioneta escolar que transportaba a sus casas a ella y a otras chicas de la escuela, dos de los cuales también resultaron heridas, aunque no de tanta gravedad.
Los talibanes se adjudicaron la responsabilidad del ataque.
“No toleramos que gente como Malala hable en contra de nosotros”, dijo después un vocero de los talibanes.
Lenta recuperación
Más de dos meses después del intento de asesinato, Malala todavía sigue en tratamiento. Pasó de una unidad de cuidados intensivos en Pakistán a un hospital en la ciudad británica de Birmingham.
Antes de irse de su país, ella estaba inconsciente. Ahora camina, escribe y lee.
Después de recuperar su fuerza, será sometida a más cirugías.
Es sorprendente que no sufriera daños graves en el cerebro o en los nervios a causa del disparo, dice su médico.
Su historia de resistencia y desafío ha provocado marchas en todo el mundo exigiendo educación para las mujeres. Esto ha inspirado a niñas en zonas muy alejadas, quienes se identifican con ella.
Líderes mundiales han elogiado el “efecto Malala” que hizo que las jóvenes se mostraran aún más decididas a recibir educación.
El 10 de noviembre, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el Día de Malala, en honor a su labor de defensa.
Y su lucha por la educación todavía no ha terminado.
En un mensaje emitido este mes en el que agradece a sus seguidores, dijo: “La gente en realidad ha apoyado una causa, no a una persona (...) Trabajemos juntos para la educación de las niñas en todo el mundo”.
En su continuo compromiso con la educación, este viernes hizo un llamado a las autoridades paquistaníes para revertir la decisión de ponerle su nombre a una escuela. Hizo la petición por razones de seguridad para los estudiantes después de que los talibanes atacaron la escuela.
Antes de que interviniera, los estudiantes protestaron y destrozaron sus fotografías por la decisión de ponerle su nombre a la escuela, y dijeron que la medida los ponía en peligro.
'Una nueva heroína'
La educación de las niñas paquistaníes ha sido obstaculizada por la pobreza generalizada y por las amenazas de los grupos islamistas radicales.
Naciones Unidas calcula que 32 millones de niñas en todo el mundo no cuentan con acceso a la educación. Aproximadamente el 10% de esas niñas viven en Pakistán.
“Pakistán tiene una nueva heroína y una nueva causa, el derecho de las niñas a la educación”, dijo el mes pasado el ex primer ministro británico, Gordon Brown. “La valentía de Malala ha despertado a la mayoría silenciosa de Pakistán, quienes ya no están dispuestos a tolerar las amenazas e intimidaciones de los talibanes de Pakistán”.
Desde que Malala tenía 11 años, ha utilizado su blog para alentar a las niñas a ir a la escuela a pesar de las amenazas de los talibanes. Su enfoque llevó a que su tierra natal le concediera el año pasado su primer Premio Nacional de la Paz.
En enero de 2009, los militantes tomaron el mando de su alguna vez tranquila ciudad en el Valle de Swat y dieron órdenes a las escuelas de parar la educación de las niñas. Ella blogueó sobre los esfuerzos de los talibanes para ahuyentar a las niñas de las instituciones educativas.
Los talibanes allanaron casas para confiscar libros, dijo. Malala escondió sus libros debajo de la cama.
“Tenía miedo de ser decapitada por los talibanes debido a mi pasión por la educación”, dijo el año pasado.
Sus temores casi se convirtieron en realidad.
Tras el ataque, los militantes prometieron que si sobrevivía, irían tras ella otra vez. También amenazaron con matar a los periodistas que cubren su historia.
“Estos medios indecentes, desprovistos de Dios, se han aprovechado de esta situación, y los periodistas han empezado a emitir un juicio sobre nosotros”, dijeron los talibanes en un comunicado.
Malala no está intimidada.
Cuando toma un descanso tras el tratamiento, sienta en su regazo un oso de peluche blanco con un moño rosa.
En sus manos, siempre hay un libro abierto.
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